Aquel que gusta de disfrutar una copa de vino, ha tenido alguna vez la sensación de beber un producto ancestral que ha sido testigo de miles de historias. Y es que, a pesar de la evolución técnica a la que se han ido adaptando las bodegas que -a día de hoy- existen por todos los rincones del mundo, el vino mantiene la misma tradición en el proceso de producción que en sus orígenes,  y éste es el tema del que trata hoy nuestra entrada al blog.

¿Cuándo surgió el vino?  Tenemos constancia de la existencia del cultivo de la vid desde la Edad de Bronce unos tres mil años a.C. en Oriente Próximo y en el Antiguo Egipto. La arqueología ha rescatado representaciones de escenas que evidencian su presencia y nos demuestran que el vino forma parte de la cultura mediterránea desde la aparición de las primeras civilizaciones, acompañándonos desde entonces en cada momento de la historia de la humanidad. Fue en Egipto, donde se atribuyó la existencia del vino a Osiris, dios de la Agricultura, y era considerado un lujo reservado solo para el consumo de sacerdotes y nobles. Podemos ver escenas de la vendimia en algunas representaciones del arte egipcio como en esta litografía.

   Litografia procedente de la Colección de literatura de egiptología digital de la Ruprecht-Karls –Universität Heidelberg*

Afortunadamente, en la actualidad el vino está al alcance de todos los paladares y podemos disfrutarlo tanto en grandes festejos como en nuestro día a día, queramos rendir tributo a los dioses o no, aunque no podemos olvidarnos que su presencia en el rito de Eucaristía se extiende desde los orígenes del Cristianismo hasta la actualidad.

Más adelante, durante el esplendor de la Grecia clásica, el proceso de elaboración del vino fue haciéndose cada vez más complejo. La costumbre de mezclar algunos cereales con el mosto durante su fermentación, como la cebada y hierbas aromáticas, fue el preámbulo de bebidas como la cerveza.  Ellos llamaron a esta bebida fermentada ptisane. Pero también en Grecia, el consumo diario del vino y sus derivados, estaba reservado solo para las clases acomodadas.

Fueron los romanos quienes se encargaron de difundir el cultivo de la vid a medida que el Imperio se expandía por toda Europa, Asia y África, y poco a poco, fueron incluyendo su consumo tanto en celebraciones como en el ámbito privado de los hogares hasta formar parte de su dieta diaria.  Aunque también cabe destacar, que su consumo se restringió solamente a los hombres, pues en cierto momento -hacia el año 200 a.C.- y por motivos que no se conocen, se estableció la prohibición de beber vino a las mujeres, que solo podían degustar una bebida denominada passum, resultado de la decocción de bebidas pasas que solían acompañar con ciertos postres.

Os preguntareis cómo hacían para transportar el preciado líquido, pues bien: se han hallado vestigios de ánforas contenedoras de vino en tumbas de faraones egipcios, lo cual nos da una idea del valor que esta civilización le otorgaba. Estas ánforas se cubrían en todo su interior de brea y eran selladas con barro que actuaba como conservante natural.

Museo Nacional de Arqueología Subacuática De Cartagena (Murcia)*

En época romana hace su aparición la botella, aunque la fragilidad del vidrio no era de su gusto, y siguieron manteniendo el cántaro (ánfora) como el que podemos ver en la imagen, para su almacenamiento y transporte.  Más adelante, influenciados por sistemas de almacenaje de alimentos al modo de los pueblos del norte de Europa, darían paso al uso de la madera con la fabricación de cubas, que evolucionarían hasta la actual barrica como las que  podemos ver hoy en día en las bodegas encargadas de su producción.

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